martes, 23 de octubre de 2012

Maldita FS


Maldita FS

La FS, o Fobia Social es un trastorno psicológico que se caracteriza por un miedo irracional e intenso en situaciones sociales, causando una grave angustia y una disminución en el funcionamiento en diversas áreas de la vida cotidiana. 

A veces es por timidez, otras por inseguridad personal, incluso por abuso de sustancias, por miedo a quedar como tonto o por diversos traumas.




Ahora, mi caso: Acepto que, más de una vez, he fingido llamadas telefónicas para salir de una situación que me resulte incómoda. He realizado supuestas llamadas para hacer tiempo y esperar a que los semáforos me sean favorables y me dejen cruzar la calle con toda la tranquilidad del mundo. Lo mejor es cuando se usa para evitar entrar en contacto con gente conocida o para despegarse de una plática aburrida e ir a ver el cielo o fumarse un cigarrillo.

He inventado (y hasta fantaseado) compromisos que nunca llegaron a ser siquiera un plan de salida para zafarme de invitaciones a reuniones, fiestas y paseos a los que no quiero ir por miedo a alejarme de la zona urbana que manejo sin sentirme incómodo, todo bajo control. 

Como todo, va por temporadas. Hay veces en que me aterra ir al Círculo K® que está a una cuadra de mi casa y hay cuando sí me atrevo a lanzarme al Centro Histérico de ésta nuestra ciudad. De hecho, la última vez fue un domingo en la noche con cientos de personas (o al menos lo parecían) caminando a lo pendejo. Podría decirse que yo también iba transitando de la misma manera pero, la verdad es un poco peor, andaba rápido para llegar a ver a un amigo sacerdote de Ivett, la Churri. El sacerdote, Carlos, me cayó mejor de lo que esperaba. No sé si fue lo abierto y adaptado a tiempos modernos que es o por sus comentarios contra el vaticano y su aversión por el papa Bienadicto y SAPS (Su Altísima Papa Sabritas®) Juan Pablo II.

Una vez sometí a la vejiga a un castigo de más de 10 horas de aguante en un vuelo de Madrid a México DF porque no me gusta usar baños en movimiento. Por si fuera poco, tampoco puedo ir a baños públicos.  No fue porque los espacios cerrados me molesten, todo lo contrario.

El cine es El Horror vuelto situación: Mucha gente encerrada en una sala que está llena de señalamientos de seguridad y salidas de emergencia (¿Qué tantas cosas malas suelen ocurrir en las salas de proyección como para requerir semejante sobrecarga de instrucciones de protección civil? Ni el Bunker de Hitler tenía tantos letreros y, mire usted, por lo que pasó y cómo acabó) en un espacio lleno de gradas en el que es difícil desplazarse. Hay mucha gente y no se ve, hay muchos sonidos de tosidos, estornudos, carraspeos, crujir de envolturas de alimentos chatarra y, lo que más me afecta, no saber cuántos culos y en qué condiciones se han postrados donde tengo que poner el único que poseo en mi cuerpecito.


La agorafobia tampoco ayuda. Los sitios con mucha gente como los supermercados, antros o verbenas populares me aterran. De no tener que trabajar fuera de casa, podría pasarme la mayor parte del mes atrincherado en mi casa. Saldría sólo por víveres y a pagar las cuentas. (Nota: necesito un trabajo que pueda realizar desde la comodidad del hogar)

He usado como pretexto, también, el tener que ir a la oficina para escapar de algo. Incluso he tenido que ir sábados y fuera de horas. Sí, un trabajador de gobierno. Me meto al baño aunque no tenga ganas de defecar u orinar para estar unos momentos a solas.

Fumar, aunque es vicio asqueroso, es la mejor manera para salir al jardín de la Cineteca Nacional de México a despejarme y librarme del ruido de varias decenas de personas que hay en calidad de refugiados y de invasores con el motivo de las obras que aquejan a ésta nuestra institución.

A pesar de hablar muy bien el idioma inglés, cuando me topo con un anglosajón que no domine el español, no tengo ningún problema en hablarlo de manera fluida. Hablarlo a solas (cosa que tampoco es muy normal→) mientras fantaseo con algo es muy sencillo. A la hora de hablar inglés con una persona que lo tenga como segundo idioma, las trabas comienzan a aparecer. No sé si sea un miedo a que me lo critiquen o a no darme a entender con quien esté hablando.
 


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