viernes, 4 de enero de 2013

Casi terminamos.


Terminaron las fiestas de fin de año, para terminar las de temporada falta la celebración de Día de Reyes. 

Como siempre, la cena fue igual de agradable; misma comida, mismos invitados, mismos chistes. Por primera vez en Navidad vestí un traje, sin corbata que lo hace un poco más informal.

También faltaban hielos, aunque creo que se usaron tres porque, aquí en la Ciudad de México, la refrigeración no nos hace falta en dichas fechas. Cuando fuimos a comprar los hielos, mi tío Alfredo, mi hermano y yo, saliendo de la puerta, escuchamos un teléfono sonando en la calle. No prestamos mucha atención y nos dirigimos al Sumesa®. De regreso, entre risas y albures, oímos de nuevo al teléfono. Mi hermano y yo comenzamos a buscarlo hasta que lo encontré tirado en el asfalto pegado al borde de la banqueta. Pensé que lo mejor sería esperar a que sonara, seguramente marcaban para encontrarlo, para indicar el lugar en donde se encontraba. El teléfono, móvil, era un BlackBerry® negro, nuevo, que decía Laboratorios Pisa® en el fondo de pantalla. Las llamadas para recuperar el aparato se vieron interrumpidas, posiblemente, al desistir en su búsqueda. Tomé el aparato y llamé al último número que aparecía en llamadas entrantes, veintiún llamadas perdidas llevaba ya. Al marcar, justo después del último tono, me contestó una anciana a la que le conté que había encontrado el teléfono. Me preguntó- ¿Qué número está marcando?- le indiqué el suyo ¿A qué otro podría estar marcando? Me indicó que tal vez era el de su hija. Me comunicó, por fin, y la mujer, alegrada, me describió el aparato y el fondo de pantalla. No podía ser de nadie más. Dijo que lo pasaría a recoger en unos quince minutos. Puntual, acudió a la cita y el teléfono fue entregado. Dos días después, dejó una gelatina, muy buena, de anís con frutas y su tarjeta de presentación.

Al final de la noche se hizo el intercambio de regalos y una rifa de otros un tanto chuscos. Llevé un tequila que se llevó mi tío abuelo Ricardo. Se puso muy contento.

Les deseo un feliz año.

Los propósitos no se los hagan. Mejor háganse promesas.

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